domingo, 29 de agosto de 2010

Danza de sonidos

Miro frente a frente a una persona que no conozco y resueno una vocal desde lo más hondo. Pronto surge un tercer sonido y ya no escucho dos voces: las dos se han unido. De pronto, el sonido que emito varía hacia un sonido desconocido que cubre todo mi cuerpo y me hace sentir tan bien que aún tengo esta sensación adentro.

Miro frente a frente a otra persona que no conozco y resueno una vocal desde lo más hondo. Pronto surge un tercer sonido que pasa a segundo plano y el sonido que emito se pone en sintonía con sonidos que surgen más allá de las voces que escucho. La energía que se siente en la sala en ese momento es alucinante. La resonancia grupal es tan hermosa que las aves se unen a la vibración. Sale un hermoso sol que brilla en pleno invierno.

Voces unidas entran y salen como en fade in y fade out, voces más allá de las voces que forman como una danza de sonidos en el aire, una coreografía. ¡Me faltan palabras para describir esto!

Miro frente a frente a otra persona que no conozco y resueno una vocal desde lo más hondo. Siento una voz en la sala que trata de unirse a la mía. Resueno con ella y con la persona que resuena conmigo. Resueno con todos, como si cada uno tuviera un lugar y una misión especial en este concierto hermoso que es la vida.

Tengo la sensación de que esta experiencia la he vivido antes en otro lugar y en otro tiempo. Y también que está aquí presente, ahora que escribo, como si en este momento de silencio otras personas resonaran con nosotros. Tengo la sensación de haber entrado en fade out mientras otras personas en algún lugar del mundo siguen resonando con nosotros.

(De un taller de sobretonos y sonidos armónicos con Rodrigo Salas Zuleta realizado en "Ambar del Alma")

25 ago 10

martes, 24 de agosto de 2010

Con Patch Adams

El primer ejercicio fue la conexión con el amor del mundo. Una meditación en conjunto donde se abandonaron las sillas y las divisiones preferencial y VIP para integrarnos a todos.

El segundo ejercicio fue el del abrazo. Me tocó abrazar a tres personas al azar, todas desconocidas. La primera fue una doctora de Bola Roja que me recordó la forma como me abrazaba mi abuela materna de chico cuando estaba enfermo. La calidez de la segunda (porque de verdad quemaba) me recordó a mi madre cuya temperatura corporal es alta. La tercera persona que abracé, un señor vestido con traje de oficina, me recordó a mi padre. Curioso que Patch dio más tiempo a cada abrazo. Curioso que luego de soltar al señor, este se hallaba conmovido y con lágrimas en los ojos.

El tercer ejercicio fue el ejercicio del "te quiero". Manifestar cuanto queremos a la otra persona cogiendo su cabeza y mirándola a los ojos. Me tocó esta vez un chico. La elección siempre era al azar y Patch tampoco seguía un orden para determinar que ejercicio tocaba en ese momento, simplemente encontrabas a alguien y luego decía lo que íbamos a hacer. Me costó decirle te quiero a un chico, pero allí estaba el desafío, en no proyectar sino manifestar nuestro cariño por otro ser humano. Me conmovió como los ojos del chico por un momento se cubrieron de lágrimas.

El cuarto ejercicio fue acariciar y dar alivio a quien había perdido todo en la guerra. Me tocó esta vez una chica. Cuando me tocó el papel de dar ella casi se queda dormida de las caricias que le hacía en la cabeza. Cuando me tocó el papel de recibir, me acurruqué como un bebé. Es hermoso sentir como el cuerpo cambia por sí solo su posición a medida que recibe.

El quinto ejercicio fue hablar de cómo el amor está presente en nuestras vidas. Me tocó esta vez una chica y había que estar sentados frente a frente y cómodamente sin soltar las miradas. El ejercicio fue largo y hubo un momento en que la chica no sabía que decir. Con gestos le decía que no hablara de la cabeza sino desde su interior. Soltaba y luego era una página en blanco. Me recordó cuando en un momento de mi vida quise ser escritor y no sabía que decir ni como decirlo y lo curioso es que ella escribía y había estudiado también la carrera de comunicaciones. Cuando me tocó hablar, la chica soltó lágrimas y al final le di un gran abrazo profundamente conmovido por lo que había movido en ella.

Para concluir, Patch nos mostró un video de su paso por Arequipa cuando le tocó expresar y conectar con una persona que sufría de parálisis mental. Era hermoso ver como reaccionaba el cuerpo de aquella persona sin necesidad de decir una palabra.

Patch habló de su vida, de cómo estando a un paso del suicidio decidió hacer una revolución de amor y de su reacción frente al terrorismo norteamericano presente en todo el mundo.

De la ronda de preguntas que tuvimos al final, me quedó la pregunta de un amigo: ¿cómo sobrevive Patch cuando hay una necesidad económica de por medio?, y la de un joven estudiante de medicina de la Universidad San Martín que estaba justo detrás mío y que le pidió a Patch una orientación especial para los estudiantes de medicina que habían venido a verlo para aprender a llevar una mejor ayuda a sus pacientes.

Al primero le habló del mito de sobrevivir creado por la cultura capitalista y de la importancia de dar amor, simplemente dar para que vea como se le abren las puertas y lo reciben como en casa.

Con el segundo la experiencia fue más fuerte: Patch bajó del escenario, se acercó al joven, lo cogió del rostro, lo miró a los ojos y le recordó todo lo que había experimentado durante el taller. Luego juntó a los estudiantes de medicina, a los médicos y a todo aquel que quiera unirse, a hacer un juramento de vocación al amor. Me uní al grupo, después de todo, ya estaba allí por cosas del destino. Recordé que antes de estudiar comunicaciones mi primera opción fue la medicina, la cual abandoné ante la poca ética y el excesivo cientificismo y racionalismo de quienes enseñaban, y la cual siempre me ha seguido en mi afinidad por las terapias alternativas y de conexión con el interior de cada ser humano. La cura está dentro de nosotros. Patch lo demostró. Fue impresionante el círculo que se formó alrededor de él: pequeño, pero de mucha energía.

16 ago 10

martes, 17 de agosto de 2010

La partida del buen Simón Korach

Lunes 26 de Julio. El escenario vacío prontamente desarmado, el piso del Auditorio del Goethe-Institut hermosamente maltratado, el espacio lleno de polvo. Aún se siente la energía del último día concentrada sobre el desnudo parquet, marcado por el maskintape que usamos aquella vez para montar el escenario. Parece una cancha de tenis rodeada de sillas a las cuales voy sacando una por una cada etiqueta. Imagino las emociones de cada persona que se sentó sobre ellas. Aún recuerdo las caras de algunos, las lágrimas de otros, los aplausos, los agradecimientos, las felicitaciones de la gente al salir... ¡Cuanta gente estuvo aquí! Incluso en el pasillo que conduce a los camerinos aún siento sus presencias.

Abro el camerino de mujeres y me recibe el perfume de Karina y el olor a cigarro que Agnes solía fumar en cada acto. Aun veo a Els sentada de perfil, concentrada frente a sus joyas y su inmenso collar y también a Helle sentada al costado de su maleta, esperando su momento para hacer su entrada a escena. Aún veo a Andrea y a Alicia sufriendo para cambiar a Adrián.

Abro el camerino de hombres y lo primero que percibo es el olor del Pisco y de la hoja de coca, señal de que Lucho Ramírez estuvo allí brindando con Simón Korach, con Peter, con Franzeck. Encuentro una nota de Franzeck jurando no volver a tomar y me parece ver a Marcello al fondo del camerino listo para entrar al escenario. La cama vacía siente la ausencia de Joaquín que se pasaba el segundo acto dibujando luego de que Peter se mataba y quedaba el Fumacaca soportando el frío de la camilla.

Llevo las cosas que quedan del camerino de mujeres al camerino de hombres ya que me pidieron desalojar por lo menos un camerino. La peluca de Agnes se cae de su cabecera y no aguanto la risa. Me quedé con las ganas de tomarle una foto junto al Fumacaca, mientras fui a devolver la camilla vinieron por él. Antes de dejar el camerino vacío, lo revisé por última vez y lo cerré conmovido aún por el aroma y el recuerdo de las lágrimas de Karina. Algo se quedaba después de todo.

Martes 27 de julio. Finalmente, tomó dos días desmontar todo. Cuando terminé de cargar lo que faltaba en el camión, entré por última vez al camerino de hombres para asegurarme de que estaba vacío. La señorita fue la última en salir. Me esperaba sobre su cabecera, mirándome, con esa seductora cabellera que me impresionó la primera vez que la vi transformando a Karina en Agnes. Parecía que me decía: -¿Nos vamos? -Sí, ya nos vamos. -¿Todo terminó? -La vida continúa, Agnes.

Mientras salíamos hacia el hall aún veía a Andrea ensayando con Adrián, Carolina alistando el tablero para el siguiente día sobre las mesas que ya las habían retirado y Ramón apareciendo de improviso para salvarme la vida cuando alguien llegaba a boletería como invitado y no estaba anotado y las chicas estaban resolviendo cosas en otro lugar. Todavía recuerdo la manera como a veces Franzeck nos asustaba cuando asomaba la cara afuera para ver si habían apagado la luz del hall o el pique que se mandaba Joaquín para que no vieran que el muerto se hallaba de parranda.


Oigan es todo un feeling estar afuera. Los actores cumplen con su papel, parten en medio de la celebración y los aplausos de la última función, pero no me imagino que sentirían si fueran testigos de cómo las cosas se van retirando de la escena, de la sala que los acogió y donde dejaron sangre, sudor, emociones y lágrimas. Tampoco me imagino que sentirá Jorge cuando dejo las cosas en su casa, con todo el feeling que le debe quedar como director luego de haber estado día y noche trabajando con sus actores.

Aún tengo como una foto en la memoria la cara que puso el día que abrimos los maletines para desempolvar el vestuario para las reposiciones de "La noche árabe" y "Las neurosis sexuales de nuestros padres", como también tengo en la memoria la cara de Marcello cuando fuimos a rescatar la escenografía de Maguey y encontró el eje de la carretilla junto con todos los pedazos de ella, que según me cuentan, es símbolo de Opalo, de Lizandro y Anselmo caminando juntos en este viaje digno de hacer buen teatro.

27 jul 10

domingo, 21 de marzo de 2010

La Gaviota

Del 3 al 6 de marzo del 2010, Guillermo Catrillón presentó en la Galería ICPNA de Miraflores "La Gaviota", performance protagonizada por Melania Urbina basada en unos textos de la obra homónima del dramaturgo ruso Antón Chéjov (1860-1904).


Confieso que fui a ver la obra con una expectativa, atraído, por un lado, por el subtítulo del afiche: "Conocer a una persona es algo, conocer a un ser es todo", y por otro, porque me llamaba la atención que Melania haya escogido el personaje de Nina para iniciar una búsqueda interior y comunicar esa búsqueda a través de la performance.

En la obra de Chéjov, Nina es la joven aspirante a actriz que renuncia a su búsqueda personal para depender del prestigio de Trigorin, a quien admira e idealiza, rechazando el amor de Treplev, joven aspirante a dramaturgo, quien a su vez idealiza a Nina, convirtiéndola en objeto de su realización, creando una relación de dependencia con ella la cual tiene su quiebre cuando Trigorin aparece. Trigorin aprovecha la admiración que siente Nina por él para dejar a su actual amante (Arkadina) y usar a la joven actriz a su favor y a su antojo, consumiendo gran parte de su vida hasta que la deja. Finalmente Nina tiene un encuentro con Treplev que desencadena un trágico desenlace.

En la obra de Castrillón, asistimos a la exhumación del cadáver de la actriz-mujer, cubierta de vendas como una momia y acostada sobre una gran mesa rodeada de velas. Ingresamos así a una atmósfera ritual donde Castrillón invita al público a participar con mucho respeto y en silencio, de la develación del cuerpo, transformando la performance en un gran happening donde el público ejecuta diversas acciones que se convierten en metáforas de este proceso de descubrir ese ser interior que hay dentro de Melania como actriz y como mujer.

El texto de "La Gaviota" es una excusa para este descubrimiento. El paralelo entre Nina y Melania gira en torno a las decisiones que ellas toman como artistas y de lo que significa hacer de la actuación una forma de vida. Esto, paralelo a otras cosas que viven como mujeres como es el amor y la maternidad y el parto existencial que sufre la mujer-actriz dentro de este proceso de encontrarse a si misma y hacer su vida.

Hay veces en que conectas o no conectas con una obra y eso simplemente sucede. De los comentarios que escuché, hubo gente que le costó entender el lenguaje con que se proponían las cosas, otros esperaban ver algo más teatral, otros, que ya conocían los trabajos de Castrillón, dijeron estar un poco cansados de ver "terapias personales", otros sencillamente conectaron o salieron fascinados, mudos. Castrillón no es psicólogo y no hace terapias personales. La búsqueda del ser, a la cual muchos renuncian, es una terapia propia e inconsciente que ejecuta el artista cuando está abierto a un proceso, y la performance, como muchas otras artes, se presta para ello, tanto para el director como para la artista, ya que ambos comparten el proceso. Y no solo ellos, sino también el público cuando asiste a ver la obra.

Asistí a la función del jueves 4. En un momento de la puesta, cuando Melania estaba ya despojada de las vendas y totalmente desnuda, se sentó de espaldas al público. Guillermo se me acercó con un pomito de tinta negra pidiéndome que dibujara en el cuerpo de ella un símbolo, solo uno, y el primero que se me viniera a la cabeza. Así que dibujé un ave. Los omóplatos y la espalda de Melania se prestaban para ello. No demoré mucho, era un trazo sencillo de dos curvas que suelo hacer desde pequeño y que me conecta con una imagen de mis primeros años cuando me llevaban a la playa y me quedaba contemplando las aves que volaban sobre el mar. Cuando vi el trazo sobre su cuerpo pensé en alas. Solo después me hicieron ver que había dibujado una gaviota. Inconsciencia total.

Conforme avanzaba la puesta, hubo un momento en que la mesa quedó colocada en posición vertical, Melania se trepó y desde allí comenzó a arrojar piedritas de canto rodado de colores azules. Eso me conectó con otra imagen de mi niñez, ya que de pequeño una de las cosas que siempre me relajaba era arrojarle piedritas al mar. Así que no me sorprendió cuando la primera piedrita que lanzó Melania fue deslizándose hacia donde estaba sentado. ¿Casualidad? Pocas mujeres conectan con mi niño interior y esta chica lo logró en una.

De todas las imágenes que tengo, una de las que más me gustó fue cuando diversos asistentes del público fueron invitados a pararse frente a ella y proponerle un movimiento, danzando en espejo. Melania estaba desnuda, cubierta solo por un velo. Muchos no sabían que hacer frente a ella y simplemente conectaron, conectaron con sus propios cuerpos, y hablo de personas de todas las edades y de todos los sexos. Muy hermoso.

Ignoro el proceso por el que pasa la actriz, pero se que forma parte de su búsqueda. Obras así no te llevan a un resultado o a un desenlace, es alguien que te dice simplemente "estoy en camino", alguien que apuesta por entrar al laberinto y hacer el inquietante y doloroso camino hacia su centro, como dice Castrillón. Y eso es algo que se valora mucho, no importa hasta donde hayas llegado. El aprendizaje continúa.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Tocando muros


A veces, cuando en un ensayo de teatro, las líneas tocan algo de ti que no quieres ver, te bloqueas, y es como tener al personaje tocando una pared, solo que no sabes donde está aquella pared, sólo escuchas el sonido detrás de ti y te da miedo voltear a resolver el dilema de abandonar aquel muro que te protege y soltar tus defensas, porque ahora sabes que hay algo detrás que en algún momento tendrás que resolver y que tendrás que manejarlo para que no te desestabilice pues el personaje lo tocará cada vez que intentes ensayar aquella línea.

Así sucede también en la vida real. Siempre llegamos a un punto en que una persona toca una puerta en nosotros, y al abrirla se encuentra con un muro y es horrible para ti ver como esa persona encuentra ese muro y se pone a tocarlo porque quiere llegar a ti y es tanta la presión de esa persona que a veces no aguantas y la alejas de ti o te alejas de ella, porque sabes que mientras la tengas cerca, estará tocando tu muro para encontrarte, y en realidad no se trata tanto de que esta persona te encuentre, se trata más bien de que tú te encuentres y tumbes ese muro que te separa de aquello que te da miedo ver en ti.

Mas si sucede es porque estás listo para enfrentarlo. Confía.

Y si sientes que necesitas una guía solo búscala en el silencio. Algunos lo buscan a través de la oración. Orar no es recitar los versos de algún libro sagrado. Orar es conectarte con tu interior, sea cual sea el camino hacia ello.

Confía, aprender a confiar es parte del proceso.

16-02-10

viernes, 29 de enero de 2010

La vida como una obra de teatro

La vida es como una obra de teatro. Me lo señaló una vez un gran amigo. Parece como si desde antes de nacer, nosotros eligiéramos la familia donde nos tocará vivir el aprendizaje que nos haga crecer espiritualmente viviendo una experiencia humana. Como en una gran obra de teatro donde a cada uno le es dado un papel a desempeñar durante su estancia en la tierra.

Algunas personas tendrán un papel breve en tu vida y cumplido ese rol saldrán de escena. Otros se quedarán contigo hasta el final. Por eso es que algunos encuentros son tan especiales, como cuando conoces a un amigo o amiga que lo será para toda la vida o como cuando te encuentras con alguien que crees haber conocido antes en algún lugar o quizás en otro tiempo.

Dicen que la muerte es solo un paso al reencuentro con nuestros ancestros y que una vez muertos, nos volvemos a encontrar unidos en una misma pureza.

Incluso aquellos que no creen en la reencarnación saben que desempeñamos un papel tanto en nuestras vidas como en las vidas de los demás y que hay algo misterioso que nos conecta.

Pero no somos los que tejemos los hilos, dios, la vida, algo o alguien, nos orienta y cual dramaturgo, teje los hilos de nuestros procesos desde un plano que desconocemos.

Parece que esta vida es solo transitoria. Nuestro rol es solo desempeñar nuestro papel de la mejor manera, aún con nuestra imperfección, para aprender a crecer juntos.

Fin del intermedio.

La función debe continuar.


domingo, 3 de enero de 2010

Año Nuevo 2010



Noche mágica. Por toda la ciudad surgen colores resplandecientes que estallan en el cielo. No es la primera vez que los veo, sin embargo esta noche tienen algo especial. Sobreviví a una etapa muy difícil. Un cambio fuerte. Un enfrentar miedos y sensaciones que hasta entonces desconocía.

Como me dijo una vez una gran amiga: "Si Dios o la vida te ponen frente a tus miedos, es porque ya estás preparado para enfrentarlos. Confía."

En cada cohete que vi despegar pensé en cada persona especial que apareció en mi camino, en los amigos que me acompañaron durante los momentos más difíciles y también en aquellos con quienes compartí los momentos más felices del 2009. Mi cuerpo despertó. Mi alma conoció el gozo. Ahora puedo ver la vida con otros ojos.

A todos mucha abundancia y mucha alegría en sus vidas.

Y a la vida, mi más profundo agradecimiento. Sea un tiempo de abundancia o un tiempo donde las cosas se ponen difíciles por los cambios, siempre es bueno agradecer.

Toda etapa siempre deja algo positivo.

En el agradecimiento está el valor de cada experiencia.

Amanece...

El camino se abre.

Es tiempo de caminar.

01-01-2010