La vida es como una obra de teatro. Me lo señaló una vez
un gran amigo. Parece como si desde antes de nacer, nosotros eligiéramos la
familia donde nos tocará vivir el aprendizaje que nos haga crecer espiritualmente
viviendo una experiencia humana. Como en una gran obra de teatro donde a cada uno le es
dado un papel a desempeñar durante su estancia en la tierra.
Algunas personas tendrán un papel breve en tu vida y
cumplido ese rol saldrán de escena. Otros se quedarán contigo hasta el final.
Por eso es que algunos encuentros son tan especiales, como cuando conoces a un
amigo o amiga que lo será para toda la vida o como cuando te encuentras con
alguien que crees haber conocido antes en algún lugar o quizás en otro tiempo.
Dicen que la muerte es solo un paso al reencuentro con nuestros
ancestros y que una vez muertos, nos volvemos a encontrar unidos en una misma
pureza.
Incluso aquellos que no creen en la reencarnación saben
que desempeñamos un papel tanto en nuestras vidas como en las vidas de los demás y que hay
algo misterioso que nos conecta.
Pero no somos los que tejemos los hilos, dios, la vida, algo
o alguien, nos orienta y cual dramaturgo, teje los hilos de nuestros procesos
desde un plano que desconocemos.
Parece que esta vida es solo transitoria. Nuestro rol es
solo desempeñar nuestro papel de la mejor manera, aún con nuestra imperfección,
para aprender a crecer juntos.
Fin del intermedio.
La función debe continuar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario