domingo, 21 de marzo de 2010

La Gaviota

Del 3 al 6 de marzo del 2010, Guillermo Catrillón presentó en la Galería ICPNA de Miraflores "La Gaviota", performance protagonizada por Melania Urbina basada en unos textos de la obra homónima del dramaturgo ruso Antón Chéjov (1860-1904).


Confieso que fui a ver la obra con una expectativa, atraído, por un lado, por el subtítulo del afiche: "Conocer a una persona es algo, conocer a un ser es todo", y por otro, porque me llamaba la atención que Melania haya escogido el personaje de Nina para iniciar una búsqueda interior y comunicar esa búsqueda a través de la performance.

En la obra de Chéjov, Nina es la joven aspirante a actriz que renuncia a su búsqueda personal para depender del prestigio de Trigorin, a quien admira e idealiza, rechazando el amor de Treplev, joven aspirante a dramaturgo, quien a su vez idealiza a Nina, convirtiéndola en objeto de su realización, creando una relación de dependencia con ella la cual tiene su quiebre cuando Trigorin aparece. Trigorin aprovecha la admiración que siente Nina por él para dejar a su actual amante (Arkadina) y usar a la joven actriz a su favor y a su antojo, consumiendo gran parte de su vida hasta que la deja. Finalmente Nina tiene un encuentro con Treplev que desencadena un trágico desenlace.

En la obra de Castrillón, asistimos a la exhumación del cadáver de la actriz-mujer, cubierta de vendas como una momia y acostada sobre una gran mesa rodeada de velas. Ingresamos así a una atmósfera ritual donde Castrillón invita al público a participar con mucho respeto y en silencio, de la develación del cuerpo, transformando la performance en un gran happening donde el público ejecuta diversas acciones que se convierten en metáforas de este proceso de descubrir ese ser interior que hay dentro de Melania como actriz y como mujer.

El texto de "La Gaviota" es una excusa para este descubrimiento. El paralelo entre Nina y Melania gira en torno a las decisiones que ellas toman como artistas y de lo que significa hacer de la actuación una forma de vida. Esto, paralelo a otras cosas que viven como mujeres como es el amor y la maternidad y el parto existencial que sufre la mujer-actriz dentro de este proceso de encontrarse a si misma y hacer su vida.

Hay veces en que conectas o no conectas con una obra y eso simplemente sucede. De los comentarios que escuché, hubo gente que le costó entender el lenguaje con que se proponían las cosas, otros esperaban ver algo más teatral, otros, que ya conocían los trabajos de Castrillón, dijeron estar un poco cansados de ver "terapias personales", otros sencillamente conectaron o salieron fascinados, mudos. Castrillón no es psicólogo y no hace terapias personales. La búsqueda del ser, a la cual muchos renuncian, es una terapia propia e inconsciente que ejecuta el artista cuando está abierto a un proceso, y la performance, como muchas otras artes, se presta para ello, tanto para el director como para la artista, ya que ambos comparten el proceso. Y no solo ellos, sino también el público cuando asiste a ver la obra.

Asistí a la función del jueves 4. En un momento de la puesta, cuando Melania estaba ya despojada de las vendas y totalmente desnuda, se sentó de espaldas al público. Guillermo se me acercó con un pomito de tinta negra pidiéndome que dibujara en el cuerpo de ella un símbolo, solo uno, y el primero que se me viniera a la cabeza. Así que dibujé un ave. Los omóplatos y la espalda de Melania se prestaban para ello. No demoré mucho, era un trazo sencillo de dos curvas que suelo hacer desde pequeño y que me conecta con una imagen de mis primeros años cuando me llevaban a la playa y me quedaba contemplando las aves que volaban sobre el mar. Cuando vi el trazo sobre su cuerpo pensé en alas. Solo después me hicieron ver que había dibujado una gaviota. Inconsciencia total.

Conforme avanzaba la puesta, hubo un momento en que la mesa quedó colocada en posición vertical, Melania se trepó y desde allí comenzó a arrojar piedritas de canto rodado de colores azules. Eso me conectó con otra imagen de mi niñez, ya que de pequeño una de las cosas que siempre me relajaba era arrojarle piedritas al mar. Así que no me sorprendió cuando la primera piedrita que lanzó Melania fue deslizándose hacia donde estaba sentado. ¿Casualidad? Pocas mujeres conectan con mi niño interior y esta chica lo logró en una.

De todas las imágenes que tengo, una de las que más me gustó fue cuando diversos asistentes del público fueron invitados a pararse frente a ella y proponerle un movimiento, danzando en espejo. Melania estaba desnuda, cubierta solo por un velo. Muchos no sabían que hacer frente a ella y simplemente conectaron, conectaron con sus propios cuerpos, y hablo de personas de todas las edades y de todos los sexos. Muy hermoso.

Ignoro el proceso por el que pasa la actriz, pero se que forma parte de su búsqueda. Obras así no te llevan a un resultado o a un desenlace, es alguien que te dice simplemente "estoy en camino", alguien que apuesta por entrar al laberinto y hacer el inquietante y doloroso camino hacia su centro, como dice Castrillón. Y eso es algo que se valora mucho, no importa hasta donde hayas llegado. El aprendizaje continúa.